ellos analógicos.
Los centenares de satélites de comunicaciones que hoy orbitan alrededor de la Tierra empezaron con la idea que el visionario científico Arthur C. Clarke llevó a una revista científica británica en 1945: situar un
repetidor de señales de radio en una órbita circular a 36.000 km sobre el ecuador de la Tierra, que se
moviera a la misma velocidad angular y describiera así una órbita cada 24 horas. Es el concepto de satélite
geoestacionario, es decir, un satélite que, visto desde la Tierra, aparece como un punto fijo en el cielo.
Materializar esta idea requirió casi 20 años, hasta el momento en que las tecnologías necesarias estuvierondisponibles.
De los satélites de comunicaciones recibimos actualmente miles de canales de televisión, nos conectan a internet en territorios inhóspitos, permiten participar en cursos de formación de universidades remotas o conectan nuestro ordenador portátil al mundo desde un tren que se desplaza a 300 km/h. Los satélites de comunicaciones, junto con los satélites de observación de la Tierra (LANDSAT, METEOSAT, SPOT...) y los de navegación y posicionamiento (GPS, GALILEO, GLONASS...), son la aplicación comercial del espacio que más repercusión está teniendo en la vida diaria de los ciudadanos, ya que transmiten la idea de comunicación global, además de constituir un sector comercial pujante y en expansión.
Lo que hoy en día nos parece sencillo tras haber integrado el satélite en nuestras vidas (en muchos casos, sin ser conscientes de ello) se debe al esfuerzo de miles de personas (técnicos, ingenieros, físicos, informáticos...) que han tenido que resolver los retos que se planteaban en cada momento. Ubicar satélites de comunicaciones en órbita, en un medio hostil como es el espacio (vacío, radiación, variaciones de temperatura...), lograr que funcionen de forma ininterrumpida durante años y que, además, sea un negocio rentable no es una labor fácil. Los problemas en el espacio son los mismos que al inicio de esta aventura de los satélites, pero las soluciones tecnológicas han evolucionado para lograr que los satélites de comunicaciones hayan multiplicado por 20 su capacidad, por 30 su potencia eléctrica y por 5 su vida útil en órbita.
Los satélites son máquinas complejas que agrupan en un espacio reducido tecnologías muy diversas, como son la propulsión, la energía solar y su almacenamiento, control orbital, electrónica de alta
fiabilidad, estructuras... Todas ellas, al servicio de las telecomunicaciones y de las necesidades que día a día aparecen en la sociedad de la información global en la que vivimos.
Pedro Luis Molinero, director de Hispasat Canarias
Juan Manuel Borrero, director de Galileo sistemas y servicios
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